Carlos Alós - Levante EMV
Tras las
frías estadísticas se esconde un drama contemporáneo de primera magnitud, el de
los desahucios. Dos familias de la Ribera viven pendientes del juzgado. Ya han
paralizado el lanzamiento en dos ocasiones, pero temen que la tercera sea la
definitiva. Mientras impulsan la constitución de una plataforma local contra
los desahucios cuentan su desasosiego desde que un día dejaron de pagar la
hipoteca.
Juan Carlos Rodríguez cobraba 2.200 euros en 2007. Tenía 40 años y
decidió embarcarse en la compra de una vivienda a 35 años en un bloque surgido
con la burbuja inmobiliaria sobre una antigua fábrica de ladrillos en Carlet.
Pagaba 870 euros, pero al cuarto año dejó dejó de hacerlo. «Incluso antes de
firmar me quedé sin trabajo. Me dijeron que los papeles ya estaban preparados
para la hipoteca y me animaron a firmar. Hice otros trabajos y pagué…». Hasta
que fue imposible seguir. A partir de ahí la caída es imparable. Vendió el
coche y el oro, el siguiente recurso son amigos y familia y al final sólo
quedan los servicios sociales, Cáritas, la plataforma antidesahucio y una vida
pendiente del lanzamiento.
«Hay un montón de gente afectada, pero no se sabe por la vergüenza.
Pero yo no; y lo digo: estoy sin trabajo, no puedo pagar la hipoteca, no tengo
un mínimo para vivir y al otro lado sólo veo palabrería, impuestos y recortes.
No veo salida, estamos sólos».
«Sólo quiero un trabajo»
Reclamó la dación en pago que el banco no aceptó porque los mismos
que le tasaron la vivienda en 154.000 euros certifican ahora que vale 90.000.
«Yo sólo quiero trabajo, pero dicen que no hay dinero para fomentar el empleo
cuando les han dado 150.000 millones a los bancos. Lo veo muy mal, creo que aún
no hemos tocado fondo y que el Gobierno no dice la verdad. Dicen que las medidas
se verán en dos años, pero nosotros no podemos esperar tanto. Esto va explotar,
va a salir la gente a la calle y dirá basta; se están cargando la clase media».
Sólo la plataforma contra los desahucios le ha permitido coger aire.
Conocer a gente en su misma situación le ha servido de terapia tras meses de
desesperación.
La situación de Elena y Robert Mitu es muy parecida. Llegaron de
Rumania y contrataron la hipoteca con una financiera. Su recibo nunca bajó de
700 euros, pero ya no pueden pagar. Han pedido la dación en pago, pero no les
han contestado. «Estoy dispuesto a regalar los siete años que he pagado y
darles el piso si me dejan vivir en paz, no quiero estar toda la vida así»,
asegura Robert Mitu.
«Imposible vivir con 426 euros»
El paro de Robert se acabó y los 426 euros no dan para casi nada.
Elena trabaja en lo que sale. «Nunca es nada fijo y no tienes derecho a nada»,
lamenta.
Incluso mientras Robert cobraba el paro de 900 euros pagaban la
hipoteca, pero ya es imposible. Tienen un hijo de 12 años y no quieren perder
el piso. «Por él, porque ya tiene amigos y su vida aquí no queremos irnos.
Claro que se nos ha pasado por la cabeza volver a nuestro país, pero nos da
mucha rabia, porque hemos trabajado mucho y no queremos tirarlo todo. Vinimos
para buscar una vida mejor y al principio lo era, pero ahora ya no…».
Ahora impulsan la plataforma contra los desahucios en Carlet, a modo
de la que existe en Valencia. «Notamos que la gente nos apoya. La unión está
haciendo mucho porque esto le puede pasar a cualquier persona», explican. «A mí
la plataforma me ha dado la vida», dice Mónica. «Antes no podía dejar de llorar
y ahora ya no lo hago porque creo que sí se puede».
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